Ni que decir tiene que los utensilios de cocina (ya sea para arroz, pasta, harina, frutos secos o lo que sea) deben almacenarse de forma adecuada, es decir, de manera que se pueda sacar lo que se necesite en cada momento y luego cerrar lo que haya que volver a cerrar. Las cajas de almacenamiento necesarias están disponibles aquí - en tres tamaños diferentes para todo lo posible e imposible (siempre que sea comestible). Y con un ratón, que en este caso -al ser de plástico respetuoso con el medio ambiente, como las propias cajas- se limita a mantenerlo todo bien cerrado y a vigilar que no se escape nada.

En definitiva, es un accesorio de cocina original y práctico que resulta tan divertido para comprarlo uno mismo como para regalarlo. Excepto, por supuesto, para la tía Emilia. Porque, como todos sabemos, no le gustan los ratones. Por la razón que sea.